miércoles, 20 de enero de 2016

Pancho Villa y Álvaro Obregón caudillos revolucionarios

Dos figuras históricas, Álvaro Obregón y Francisco Villa, cuyos actos y muerte crearon el mito como personajes literarios, fue el tema que discutieron analistas y estudiosos durante el cierre del foro Villa y Obregón, otra vez frente a frente, en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.
Amenizado con corridos, en voz del trovador Marcial Alejandro, el encuentro hizo un viaje itinerante por obras de escritores como Martín Luis Guzmán, Federico Gamboa, Luis Spota, José Emilio Pacheco y Jorge Ibargüengoitia, en los que de la hazaña se pasó al recreo del interés político.
En este mes cuando se cumplen 80 años del asesinato de Francisco Villa y 75 del de Álvaro Obregón, se analizaron desde este ángulo los papeles de ambos en la gesta revolucionaria, combate que finalizó en un destino común: víctimas del movimiento armado.
El militar sonorense, a decir del académico Fernando Curiel, se convirtió en criatura literaria (pese al poco énfasis que se le brindó como tal) no por sus hechos, sino “por sus dichos, gracejos, embustes, ocurrencias, anécdotas, manifiestos, memorias. Un caso por demás singular dentro de una época, nos cuadre o no, épica”.
De ahí que en primera instancia, para Martín Luis Guzmán sea una figura digna de retratar, “sin ignorar, claro está, la antipatía que le ocasionaba”. El autor de La Sombra del Caudillo inicia la búsqueda de un acercamiento humano por los laberintos erigidos por el propio Obregón en torno a su persona.
El especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dijo que si los caudillos revolucionarios estaban condenados a la extinción violenta en aras de la institucionalización, “el mecánico y agricultor se lleva la palma en escenario y luces”.
Presas de emboscadas encarnizadas: Carranza, Zapata y Villa, Álvaro Obregón, por el contrario, se aposta hasta el final “en una puesta en escena política -un banquete correligionario-, rueda de prensa incluida”, al morir en un festejo en su honor en el restaurante “La Bombilla”, en San Ángel.
Incluso, su asesino, un fanático “cristero”, a diferencia del “olvido amnésico que envuelve a los sicarios de los mencionados jefes revolucionarios, se asoma resuelto al prado donde pasean, transfigurados, los mártires”, refirió Curiel Defossé.
El escritor Jorge Ibargüengoitia mostró siempre una fascinación declarada por México, y en particular por su Revolución que dejó impresa en El Atentado, Los Relámpagos de Agosto y Maten al León.
Por su parte, señaló Ana Rosa Domenella, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en el que “el nombre del dictador romano sirve para exaltar el nombre del caudillo nacional y marcar el interreno bucólico entre el ejercicio del poder y la búsqueda de reelección”.
En “Memorias de novelas”, Ibargüengoitia confiesa que “el asesinato de Obregón es un hecho que me fascinaba y me sigue fascinando”.
“En Maten al León, el asesinato, la tortura a los sospechosos o culpables de los atentados adquieren un sitio preponderante y anticipan, como una vuelta de tuerca narrativa, el germen de la visión grotesca”, abundó Domenella.
Villa, “El centauro del Norte”, es retomado por Luis Guzmán como héroe popular, entendiéndolo como producto del imaginario colectivo que trasciende de generación en generación. Así, en El Águila y la Serpiente expresa los matices humanos del caudillo.
“Se admiró ante un hombre cuya personalidad era desconcertante, tanto que Villa igual respetaba a polos tan extremos como Felipe Ángeles, su estratega militar, y Rodolfo Fierro, su mano armada de “hermosura siniestra”, expresó Víctor Arciniega de la UAM.

HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA DEL 20 DE NOVIEMBRE DE 1910

Revolución mexicana


La Revolución mexicana fue un conflicto armado que tuvo lugar en México, dando inicio el 20 de noviembre de 1910. Históricamente, suele ser referido como el acontecimiento político y social más importante del siglo XX en México.
Los antecedentes del conflicto se remontan a la situación de México bajo el Porfiriato. Desde 1876 el general oaxaqueño Porfirio Díaz ejerció el poder en el país de manera dictatorial. La situación se prolongó por 34 años, durante los cuales México experimentó un notable crecimiento económico y estabilidad política. Estos logros se realizaron con altos costos económicos y sociales, que pagaron los estratos menos favorecidos de la sociedad y la oposición política al régimen de Díaz. Durante la primera década del siglo XX estallaron varias crisis en diversas esferas de la vida nacional, que reflejaban el creciente descontento de algunos sectores con el Porfiriato.
Cuando Díaz aseguró en una entrevista que se retiraría al finalizar su mandato sin buscar la reelección, la situación política comenzó a agitarse. La oposición al gobierno cobró relevancia ante la postura manifestada por Díaz. En ese contexto,Francisco I. Madero realizó diversas giras en el país con miras a formar un partido político que eligiera a sus candidatos en una asamblea nacional y compitiera en las elecciones. Díaz lanzó una nueva candidatura a la presidencia y Madero fue arrestado en San Luis Potosí por sedición. Durante su estancia en la cárcel se llevaron a cabo las elecciones que dieron el triunfo a Díaz.
Madero logró escapar de la prisión estatal y huyó a los Estados Unidos. Desde San Antonio proclamó el Plan de San Luis, que llamaba a tomar las armas contra el gobierno de Díaz el 20 de noviembre de 1910. El conflicto armado tuvo lugar en primera instancia al norte del país y posteriormente se expandió a otras partes del territorio nacional. Una vez que los sublevados ocuparon Ciudad Juárez (Chihuahua), Porfirio Díaz presentó su renuncia y se exilió en Francia.
En 1911 se realizaron nuevas elecciones en las cuales resultó electo Madero. Desde el comienzo de su mandato tuvo diferencias con otros líderes revolucionarios, que provocaron el levantamiento de Emiliano Zapata y Pascual Orozco contra el gobierno maderista. En 1913 un movimiento contrarrevolucionario, encabezado por Félix DíazBernardo Reyes y Victoriano Huerta, dio un golpe de Estado. El levantamiento militar, conocido como Decena Trágica, terminó con el asesinato de Madero, su hermano Gustavo y el vicepresidente Pino Suárez. Huerta asumió la presidencia, lo que ocasionó la reacción de varios jefes revolucionarios como Venustiano Carranza y Francisco Villa. Tras poco más de un año de lucha, y después de laocupación estadounidenses de Veracruz, Huerta renunció a la presidencia y huyó del país.
A partir de ese suceso se profundizaron las diferencias entre las facciones que habían luchado contra Huerta, lo que desencadenó nuevos conflictos. Carranza, jefe de la Revolución de acuerdo con el Plan de Guadalupe, convocó a todas las fuerzas a la Convención de Aguascalientes para nombrar un líder único. En esa reunión Eulalio Gutiérrez fue designado presidente del país, pero las hostilidades reiniciaron cuando Carranza desconoció el acuerdo. Después de derrotar a la Convención, los constitucionalistas pudieron iniciar trabajos para la redacción de una nueva constitución y llevar a Carranza a la presidencia en 1917. La lucha entre facciones estaba lejos de concluir. En el reacomodo de las fuerzas fueron asesinados los principales jefes revolucionarios: Zapata en 1919, Carranza en 1920, Villa en 1923, y Obregón en 1928.
Actualmente no existe un consenso sobre cuándo terminó el proceso revolucionario. Algunas fuentes lo sitúan en el año de1917, con la proclamación de la Constitución mexicana,1 2 3 algunas otras en 1920 con la presidencia de Adolfo de la Huerta4o 1924 con la de Plutarco Elías Calles.5 Incluso hay algunas que aseguran que el proceso se extendió hasta los años 1940.6